• Posted by : Unknown 4 mar 2014






    Luego de varios días, mi conciencia volvió.
    Al parecer, según lo que me dijeron.
    Yo aparecí desnudo delante de la puerta de un hospital 3 días después de mi desaparición, el cual, al verme en ese estado, no dudo en tratarme.
    Los policías le informaron a mi madre de mi paradero.
    Donde estuve esos primeros 3 días.
    Es un misterio.
    Cuando desperté por primera vez, estaba en el hospital.
    Según lo que mi madre me dijo, los enfermeros tuvieron que inyectarme para tranquilizarme, desmayándome en segundos.
    Después de una semana de tratamiento, Salí de ese lugar.
    Tenía que estar en reposo durante 3 semanas para lograr curarme del todo físicamente.
    Pero, durante ese tiempo hubo ciertos inconvenientes
    No podía estar cerca de las personas.
    Pero sobre todas las cosas, no podía estar cerca de mi madre…
    No es que no quisiera estar con ella, sino que él solo verla me hacia acordar a ese demonio. Aquel pelo rojo sedoso y esos ojos intensos, hasta su color de piel.
    Todo en ella me lo recordaba….
    Durante ese tiempo estuve bajo un tratamiento psicológico que duro un largo tiempo.
    Mi hermana fue la única que podía acercarse a mí, algo que aun hoy para mí, no tiene lógica.
    Durante esos años, soñé que era violada una y otra vez.
    Pero lo disfrutaba.
    Yo quería ser violado nuevamente por ese demonio, gemir su nombre,  y ser destrozado por el una y otra ves.
    Esto era algo que nunca pude decir, porque simplemente, odiaba esta parte retorcida de mi ser.
    A los 15 años termine la secundaria.
    Nuestra familia, irónicamente, estaba mas unida gracias a ese infortunado accidente.
    Mi padre, insistió en agregarme a la misma preparatoria que mi hermana, propuesta que rechace rotundamente.
    La razón, no quería causarle problemas a ella.
    En la preparatoria mi vida, podría decirse, se vio afectada.
    Logre hacer amigos, unos pocos, pero los suficientes para mi.
    Ya no me molestaban en la escuela, mis calificaciones eran normales, no me podía quejar de nada…
    Bueno, casi nada…
    En nuestra escuela había un profesor muy famoso, podría decirse.
    Los rumores decían que, este profesor, se acostaba con sus alumnos en el salón de química.
    Era un simple rumor el cual nadie hacia caso, sobre todo teniendo en cuenta de que profesor era.
    Este se llamaba kurosawa Tobi.
    Kurosawa sensei era, en pocas palabras, una muy buena persona.
    Siempre trataba de ayudar a los demás y, por si fuera poco, era muy popular con las chicas y maestras de la escuela. Este media aproximadamente 1.80 metros, era delgado, elegante, morocho, tez blanca, ojos negros y, para agregar, tenía 28 años y parecía de 20.
    Soltero.
    Si, era demasiado perfecto.
    Y, era por todo eso que nunca me callo bien.
    Siempre trate de evitarlo lo más que podía, sobre todo porque él era demasiado cariñoso con migo.
    Siempre que iba a preguntarle algo en algún problema o examen, siempre, pasaba su mano por mis hombros para luego, cuando podía, tocar parte de mi pecho.
    Era desagradable…
    Pero me gustaba.
    Aproximadamente, cuando cursaba la mitad del primer año de preparatoria, me sucedió algo inesperado nacido por mi insaciable curiosidad.
    Me había quedado en el salón de química, la razón, quería terminar unos ejercicios de matemática antes de irme de la escuela, odiaba matemática, pero odiaba mas hacer ejercicios en casa que en la escuela.
    Pero dejando eso de lado ¿de qué me serviría en el futuro saber cómo pasar una formula factorizada a polinomica y luego averiguar cuál es X1, X2 y X3?
    No sabía…. Y  la calculadora no ayudaba en mucho que digamos.
    Suspire.
    Podía ver el atardecer a través de la ventana al costado de mi pupitre.
    Era hermoso, hacía mucho que no sentía esa tranquilidad al observar un paisaje tan acogedor como lo era ese. La nostalgia me invadió.
    Pero mi atención se vio desviada hacia la puerta del salón al escuchar unos pasos acercarse a esta, lentamente. El eco en el pasillo producido por las pisadas de esa persona resonaba una y otra vez en mis oídos.
    La puerta se abrió.
    Kurosawa sensei entro al salón normalmente, pero al verme su actitud cambio. Camino lentamente, con una sonrisa en el rostro, hacia mí y, tranquilamente, se sentó sobre mi pupitre mirándome a los ojos.
    Me sorprendí.
    -naruto kun ¿no deberías estar ya en casa?-acaricio mi mejilla con uno de sus dedos y después agrego-si te quedas mucho tiempo en la escuela algo malo podría pasarte-sonreía.
    Esta no era la actitud normal de kurosawa sensei, este no era el profesor amable que siempre veía, este era diferente.
    Y recordé, recordé todos los rumores que había escuchado sobre el hasta ahora.
    ¿Qué pasaría si esos rumores fueran verdad?
    Sonreí.
    Quería saberlo, quería conocer al verdadero kurosawa tobi sensei.
    -sensei es que yo estoy aburrido-digo mirándolo seductoramente rosando mi mano derecha con su pierna-y me dijeron que usted podría divertirme si venía a este lugar-este me miraba, se lo veía deseoso, pero a su vez confundido.
    Tal vez el nunca espero esa reacción proveniente de mi.
    Me reí de el interiormente.
    Lentamente, me acerque a él dándole un beso en sus labios que el correspondió rápidamente, nuestras lenguas rozaban una con la otra como si de una danza se tratase.
    Nos separamos, agitados, con una gran lujuria relucida en nuestras pupilas.
    Lentamente, desabrocho mi corbata revoleándola a un sector indefinido del lugar.
    Yo lo miraba de forma altanera, quería provocarlo, quería que fuera rudo.
    Yo no buscaba su amor, tampoco buscaba sexo.
    Solo quería que me violara, de forma fuerte y ruda.
    Al ver que sensei se quedaba embelesado mirando cada gesto y curvas de mi cuerpo sin siquiera ponerme una mano encima, me desespere.
    Desabroche con mi boca el botón de su pantalón que daba a su miembro y, lentamente, con mis dientes, baje el cierre exponiendo la ligera tela de su ropa interior. El cual, sin pensarlo dos veces, comencé a estimular por sobre ella.
    Era demasiado gracioso el ver su cara de excitación por el más ligero roce, sin contar lo poco que tardo en estar erecto en su totalidad.
    Sonreí levemente.
    Iba a proceder en bajar esa tela que estorbaba, pero el sensei me agarro de los hombros, impidiéndomelo.
    -no sería divertido que solo yo obtuviera placer ¿verdad? – de un movimiento brusco, me tiro hacia la pared, provocando que un pequeño gemido de dolor saliera de mis labios, el cual fue levemente opacado un fogoso beso.
    El recorría toda mi cavidad bucal, una y otras ves, para después morder ligeramente mi labio inferior, una mano intrusa comenzó a masajear mi miembro.
    Provocando que se sintiera levemente aprisionado, era increíble lo poco que tardo en que mi parte baja estuviera completamente erguida.
    ¿Serian las hormonas?
    De un rápido movimiento, hasta podía decirse desesperado, arranco mis pantalones junto a mis bóxers y levanto mis piernas.
    Yo estaba atónito, en un momento era amable y después era un desesperado sexual…
    El simplemente me observaba, con clara lujuria.
    Inesperadamente, se acerco hacia mis pezones y los mordió de forma bruta, de tal forma que no pude evitar gritar, pero quería mas, mas, esto no era para nada suficiente, lo quería dentro de mí quería que me partiera en dos, que me perforara.
    -M-Mételo, quiero sentirteee – el sonrio.
    -prepárate solo, si lo haces, capas que el sensei lo considere- yo sonreí ligeramente, si ese era su juego, así lo haría.
    Lentamente ensalive mis dedos de la mano derecha, 3 para ser exactos, los rodeaba con mi lengua mientras los metía y sacaba de mi cavidad bucal, mirándolo, para provocarlo.
    Un hilo de saliva conectaba mis dedos con mi boca, el cual se desparramo por un corto trayecto de mi pecho.
    Primero metí uno, de forma rápida, sin dudar.
    Esto provoco que me arqueara ligeramente, ya estaba acostumbrado a masturbarme usando la parte trasera, por lo cual sabía exactamente como introducirlos y moverlos para brindarme más placer.
    Yo no paraba de gemir mientras lo llamaba, era extremadamente gracioso el cómo se deleitaba con mi acto, a tal punto que no pudo resistirse más.
    Saco mi mano de adentro mío y, de una estocada, metió su miembro.
    Yo no pude evitar gemir de placer, era maravilloso, terriblemente placentero, el tener a un miembro erecto, palpitante dentro de ti era la mejor dicha, era inexplicable.
    El quería moverse de forma lenta, lo cual yo no le permití ¿a quién le importaba que después no pudiera llegar bien a casa o que me dolieran las caderas por días? Yo lo quería todo ahora, quería venirme una y otra vez mientras él me la metía hasta el fondo de mi ser.
    Al ver que yo aumentaba los movimientos con mis caderas, el acompaño mi ritmo, una y otra vez, cada vez más profundo, cada vez mas placer, cada vez más, y más.
    Quería mas, se lo gritaba, y el accedía.
    Yo ya me había venido, pero el todavía seguía, eso no importaba, después de todo, mi miembro se volvió a erguir en cuestión de minutos.
    Alabada sea la juventud
    El se separo de mí, yo, al verlo, no pude evitar mirarlo con reproche, pero al sentarse en una cilla entendí perfectamente la indirecta.
    Me pose arriba de él, aumentando las estocadas, de esta forma era maravilloso, podía sentir como todo su miembro entraba hasta lo más profundo.
    Me sentía en la gloria, era magnifico, pero la sensación no fue absolutamente nada comparado con lo que se venía.
    Sensei apretó mis muslos con lujuria mientras los movía de forma diferente, esto provoco que me diera en un punto el cual no pude evitar que un sonoro y ronco gemido se escuchara.
    No sabía que había sido eso, pero se sentía fantástico.
    El sensei me miraba de forma pervertida, mientras lamia partes de mi pecho y cuello, seguido por un demandante beso.
    Realmente nunca me arrepentiría de esto.
    Las estocadas eran más placenteras, más imponentes.
    Yo no pude evitar venirme por segunda vez, provocando que mi entrada se estrechara, haciendo que el sensei se viniera también.
    No sé cuánto tiempo pase en ese salón, aunque era bastante obvio el darse cuenta por la oscuridad en la que nos encontrábamos, de que habían, por lo menos, pasado 1 hora.
    Como mínimo claro estaba.
    Sentía todo el semen del sensei dentro de mí, el cual no paraba de salir una vez el retiro su miembro.
    Al salir, el simplemente se arreglo, lo más rápido que pudo y tras un casto beso y un “Nos vemos mañana” desapareció.
    Por mi parte, se sentía realmente incomodo tener tanta “esencia”, por así decirlo, dentro de mí, por lo menos podría haber usado un profiláctico.
    Suspire, era más que obvio que no podía sacar todo lo que tenía en mi interior en el salón, a pesar de que me encantaría hacerlo, ya que era demasiado incomodo el sentir como algo te escurría y apretaba, sin contar por las palpitaciones provocadas por la reciente escena de sexo.
    Llame un taxi a trabes de mi celular, termine de cambiarme lo más rápido que pude y, una vez confirmado que mis hojas de matemática no se vieran ensuciado, las guarde en mi mochila.
    Ya tendría bastante tiempo en casa de sacarme toda esa esencia de mi entrada.
    -.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.
    Realmente no me importaba ser la puta de Kurosawa-sensei, es más, era muy notorio de que me gustaba.
    Lamentablemente esto no duro mucho.
    ¿Por qué? Se preguntaran.
    Y la respuesta era mucho más que sencilla.
    Mi madre se accidento.
    Kushina, la persona quien más quería en este mundo, por la cual estaba dispuesto a cualquier cosa por ella, ya no se encontraba, y lo peor de todo es que no me lo creería si no fuera porque en este momento estaba en su funeral, viendo el ataúd en el que ella ahora parecía dormir tan plácidamente.
    Parecía mentira que esa mañana me había servido el desayuno, el cual no había comido porque quería revolcarme junto con mi profesor antes de que las clases iniciaran.
    Tal vez, solo tal vez, si me hubiera quedado un rato más junto a ella, aunque sea para desayunar, esto nunca hubiera pasado.
    Porque ese día, mi madre había salido más temprano de lo habitual a trabajar, ese día, había tomado otra ruta para ir al trabajo, se desviaría solo porque tenía tiempo.
    Ella nunca pensó que un camión el cual poseía un chofer en estado de ebriedad cruzaría el semáforo en rojo a 120 km/hs.
    Ella nunca pensó que alguien a esa velocidad surcaría una avenida.
    Ella nunca pensó que esa sería la última vez que nos vería.
    Si tan solo, tan solo la hubiera saludado, hubiera retrasado su partida, tan solo 5 minutos bastaba, tan solo 5 minutos serian suficientes.
    Y yo, en ese momento, solamente estaba junto a mi profesor revolcándome como todos los días en algún salón deshabitado.
    Yo jure que la protegería, jure que lo aria!
    Y no pude siquiera cumplir algo como eso.
    Solo sentía impotencia, abandono, soledad.
    Sin ella, ya no me quedaba nada.
    Y es por esa razón que no llore, aunque el velorio terminara, aunque se llevaron el cuerpo, incluso en el momento del entierro, yo no llore.
    Simplemente, la observe, mire como el cuerpo de una persona tan feliz, carismática y hermosa como mi madre era enterrado como si de una cascara vacía se tratase.
    No sé cuantas personas se disculparon con migo luego, no sé cuantas personas me abrazaron, yo solo sé que me fui a la casa donde habíamos compartidos tantos momentos, la única al cual yo podía considerar hogar, ahora era fría, sin una pizca de alegría en sus paredes, rememorando con cada paso que daba en ella todos los momentos vividos.
    Pero aun así no llore, no lo hice hasta que entre a mi habitación, cerré la puerta con llave a pesar de estar solo, abrace la almohada y me desahogue en ella.
    Toda mi frustración, mi sufrimiento lo descargaría en esa almohada.
    Porque a pesar de que ella se había ido al paraíso, a un lugar mejor.
    Ella estaba lejos mío, muy lejos, en  un lugar del que nunca volvería.
    Tan solo quería volver el tiempo atrás para que ella estuviera con migo en este momento, que dejara el paraíso y estuviera a mi lado.
    Ya sé que era mucho pedir, que era algo demasiado egoísta.

    Pero aun así no podía, no veía un mundo en el que no estuviera ella.




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