• Posted by : Unknown 4 mar 2014



    Siempre había sido diferente a los demás, o al menos eso creí…
    Vivía en una casa normal, junto con mi madre, mi padre y mi hermana gemela. Una típica familia de clase media, sin problemas en los cuales resaltar. Yo siempre fui un chico normal, con calificaciones normales. Mi hermana y yo siempre compartimos el mismo carácter extrovertido e imaginativo que nos caracterizaba, hacíamos todo juntos, éramos inseparables…
    Cuando entramos a la primaria, ambos decidimos hacer amistades por separado. Fue una decisión repentina, podría llamarse “capricho” de nuestra parte. No recuerdo muy bien lo que pensaba en ese entonces, pero si lo que provoco.
    Ambos estábamos en salones separados, mi hermana, naruko, logro integrarse en muy poco tiempo. Ella era feliz, y siempre se la veía con una sonrisa en el rostro.
    Mis padres estaban felices, pensaban que esa escuela era la ideal para ambos al ver la eufórica reacción por parte de mi hermana.
    Y esa fue su gran equivocación.
    En mi salón, por alguna extraña razón que no llegaba a comprender, era evitado por mis compañeros de curso. Nadie quería hablarme, y los pocos que lo hacían terminaban siendo humillados.
    Nunca había experimentado la soledad, creándome inseguridad y, podría decirse, tristeza al toparme con ella.
    En esos días, conocí a lo que en un futuro llame “mi refugio personal”, se trataba de una hamaca de 2 columpios rodeado de grandes y espesos arboles, en un rincón desolado de la plaza la cual estaba a una cuadra de mi casa. Seria incontable la cantidad de veces que escape de mi habitación por la ventana solamente para ahogar mis penas en ese lugar.
    Con el tiempo, empecé a alejarme de mi querida hermana. Pase de contarle todas y cada una de mis experiencias, a no decirle siquiera palabra y media. Mis padres tenían presente el cambio de mi comportamiento hacia ella, como también las incontables heridas esparcidas alrededor de mi cuerpo, con el tiempo ellos empezaron a cuestionarme todas las tardes, y a veces noches, en las que volvía a casa. Querían explicaciones, a lo que yo contestaba siempre con un simple “estaba jugando con un amigo” o “me caí de la bicicleta”, pero con el tiempo mis escusas dejaron de funcionar cuando más interrogantes aparecieron.
    Mi madre, kushina, era la más insistente al tema. Ya no sabía que mentira decir o que excusa inventar.
    El tiempo transcurría lenta y dolorosamente, pero yo en ningún momento me di cuenta lo que en verdad perjudicaba a mis padres. Nunca me había percatado de que mi padre, minato, no volvía en las noches del trabajo. Tampoco me daba cuenta de la cara de sufrimiento de mi madre todas las mañanas.
    Creía que solamente yo era el que sufría.
    Que estúpido fui en ese entonces.
    Aun puedo recordar el momento en el que me vi obligado a madurar, aun recuerdo como yo, a los 9 años, presencie la inevitable confesión de mi padre.
    Era de noche, podía escuchar el viento soplar fuertemente en mi ventana, y como ese aire frio me erizaba la piel. No había logrado dormir correctamente despertándome, para mi desgracia, varias veces, sin conciliar sueño alguno.
    Mire el reloj azul que tenía en mi muñeca y apreté uno de sus botones para poder ver la hora correctamente.
    3:14 AM.
    Demasiado tarde para ver la televisión, y muy temprano para levantarse.
    Suspire.
    Sabía que Morfeo debía odiarme en este momento.
    Me levante, no seguiría luchando por algo tan insignificante como dormir, podría hacerlo luego.
    Busque con mi mirada la PCP, la poca luz que iluminaba la habitación era enviada por la luna a través de las ventanas, por lo cual lograr encontrar a lo que sería la muerte a mi aburrimiento seria todo un logro hecho realidad. Revolví, en silenció, cada rincón existente. Sentía como el cansancio aumentaba conforme el tiempo pasaba, podía percibir como las horas transcurrían rápidamente.
    Exhausto, voltee para mirar el reloj de mi mesa de luz.
    3:37 AM.
    Seguramente dios debía estar burlándose de mí.
    Resignado, frustrado y, podría decirse, cansado, me fui de la habitación. Camine por el corto pasillo y baje las escaleras, no sabía porque lo hacía, pero cualquier otra cosa sería más divertido que estar buscando un objeto que seguramente no encontraría.
    Entre a la cocina, las luces estaban prendidas, algo extraño podría decirse ya que a estas horas era muy poco probable que alguien dentro de la casa estuviera despierto.
    Suspire.
    No tenia caso pensar demasiado las cosas.
    Agarre un vaso de vidrio de uno de los estantes y vertí un poco de agua de una de las jarras que estaban en la mesada.
    En ningún momento lo ingerí. Salí de la cocina yendo en dirección al living, con el único propósito de encontrar algo con lo cual divertirme.
    No me importaba que sea la televisión, una baraja de cartas o un juego de ajedrez, si podía matar mi aburrimiento, no me importaría nada.
    Las luces del living estaban encendidas. En cierta forma, esto empezaba a preocuparme, pero realmente me asuste al escuchar unos murmullos cerca de la puerta entreabierta de mi destino. Observe por la ligera brecha de luz como mis padres estaban sentados uno al frente del otro, en los sillones. Se los veía tensos y la incomodidad se podía observar a simple vista. Mi padre le dijo algo a mi madre, pero no podía oírlos con facilidad, me acerque lo más que pude a la puerta y, agudizando mis sentidos, trate de escuchar lo más que pude.
    -¿y, que escusa me darás ahora?- dijo mi madre algo enojada y ¿cansada?
    Mi padre apretó sus puños mientras observaba un punto fijo del suelo.
    -kushina, yo…-mi madre interrumpió levantándose del sillón rápidamente.
    -¡no me mientas minato!- mi madre estaba triste, podía verlo en sus ojos -¡estoy cansada, cansada de que me mientas, cansada de no verte por las noches, cansada de no despertar a tu lado!-veía como ella empezaba a llorar-minato, ¡no te he visto en 3 días!-agrego-¡no estabas trabajando, entonces, dónde estabas!-
    Nunca había visto a mi madre tan mal, yo no podía entender del todo el porqué ambos estaban peleando, pero si entendía una cosa.
    Mi padre era el culpable del sufrimiento de mama.
    Podía sentir como las lágrimas caían por mis ojos.
    -kushina, tranquilízate- dijo mi padre con tristeza en su vos- solo salí con mis amigos unos días para despejarme eso es todo- desvió la mirada.
    Los ojos de mi madre estaban rojos y sus lágrimas no paraban de caer, se dejo caer en el sillón mientras observaba algún punto indefinido del techo.
    -solo dilo minato, dilo-estaba derrotada.
    -¿decir qué?-mi padre aun no miraba a mama.
    -que me engañas con otra mujer…- ella cerró los ojos fuertemente mientras más lagrimas caían. Mi padre solo abrió los ojos con asombro.
    Hubo un gran silencio entre ambos, ninguno quería decir palabra alguna.
    -kushina ¿Qué te hace pensar eso?- ella lo miraba de forma incrédula.
    -minato-respiro profundamente, y lo miro seriamente- te conozco desde la primaria, no, antes de eso…y por si fuera poco llevamos más de 13 años de casados-cerro los ojos con pesar- se perfectamente que me estas engañando con otra persona.
    Mama abrió los ojos, pero algo estaba diferente en ella. Su mirada era fría, inexpresiva y, a pesar de tener los ojos rojos por el reciente llanto, parecía emitir un aura diferente.
    Como si otra persona estuviera en el cuerpo de mi madre.
    -tú también me conoces muy bien minato, y sabes perfectamente que algo que odio más que nada son las mentiras. Prefiero que me digas que me engañaste con un montón de personas a que me mientas para tapar un accidente-las lagrimas empezaron a caer de los ojos de mi padre-quiero que seas sincero de una vez a sí que te lo preguntare nuevamente…-un enorme silencio inundo la habitación- minato, donde y con quien estuviste estos 3 días-
    Mi padre lloraba.
    -perdón kushina-su llanto era cada vez mas fuerte- perdóname, de verdad…-la miro a los ojos- yo… me enamore de otra persona.
    Los ojos de mi madre se aguaron nuevamente.
    -¿de quien minato?- su vos no se escuchaba con claridad.
    Se creó otro silencio incomodo.
    -uchiha fugaku-mi madre parecía no creérselo, lo miraba esperando, seguramente, que fuera alguna de sus mentiras.
    Pero se lo veía, mi padre hablaba muy enserio.
    Según yo sabía, el tío fugaku era alguien de corazón frio, solo lo había visto una o dos veces, por lo tanto no lo conocía bien, pero lo que si sabía era una cosa.
    El tío fugaku era hombre.
    Y, según lo que yo sabía en esos 9 años, era que 2 hombres no podían estar juntos.
    O al menos eso fue lo que pensé en ese momento.
    Tan concentrado estaba en la conversación que no me había percatado como el vaso empezaba a resbalarse de mi mano.
    -pero, pero, es un hombre- mi madre estaba desconcertada.
    Sentí como el vaso abandono mi mano y caía chillonamente dividiéndose en millones de pedazos mientras el líquido se esparcía por el piso. Mis padres voltearon hacia la puerta, asustados.
    Retrocedí torpemente clavándome en los pies pequeños trozos de vidrio, y corrí, corrí como si mi vida dependiera de ello, corrí, sin importar que mis pies dolieran.
    No quería que ellos supieran que los había escuchado.
    Subí rápidamente las escaleras, entre a mi habitación y me enrolle bajo las sabanas. Por suerte, mi hermana tenía su habitación junto a la mía, por lo cual, creía, que mis padres dudarían el cual de nosotros los había escuchado.
    Ellos abrieron la puerta lentamente, caminaron hacia mi cama y me destaparon. Yo fingía dormir tranquilamente imitando la forma en la que lo hacia mi hermana, ya que, si somos gemelos, nuestra forma de dormir debería de ser parecida.
    Y así lo fue, provocando que mis padres se fueran.
    Ese día le agradecí como nunca antes a dios el haberme dado el talento de la actuación.
    Al día siguiente, mis padres actuaron como si nada de la noche anterior hubiera pasado, yo desayune como una mañana normal junto a mi hermana. Volviendo a la normalidad.
    Los meses pasaron, no volví a presenciar otra discusión como la anterior pero, yo me estaba dando cuenta, nuestra familia se rompía cada vez mas.
    Pero algo era diferente, mis padres parecían llevar bien el rompimiento, algo que, anteriormente no pasaba. Ellos se miraban con cariño, pero no con amor, eso fue algo que empezó a darse con el paso del tiempo.
    Mi hermana parecía no darse cuenta de la situación en la que estaba pasando la familia, y yo pensaba que por el momento era mejor así.
    A los 10 años volví a ser testigo de otra discusión.
    Era a la mañana, ese día me había escapado del colegio en un intento de no presenciar las clases de la tarde, como mis padres no estarían durante ese tiempo en casa, pensé que sería el momento perfecto para ponerme a jugar con la computadora.
    Cuando llegue a destino note que algo estaba mal. Podía ver el auto de mi padre dentro del garaje junto al de mi madre, y había otro auto estacionado afuera de casa.
    Ambos deberían estar en el trabajo, no tenía sentido que estuvieran ahí. Y el tercer auto estacionado ¿de quién era?
    Por alguna razón creía saber la respuesta.
    Fugaku uchiha
    Trepe la reja del patio y me agarre a la enredadera que conectaba a la ventana de mi habitación. Quería saber por mi mismo que es lo que estaba pasando.
    Al entrar, sigilosamente, camine por el pasillo y baje las escaleras. No sabía en qué lugar podían estar mis padres con su invitado, pero por alguna razón lo presentía, debían de estar en el living.
    Me acerque a la puerta con la ligera esperanza de encontrarlos, recibiendo, como respuesta, unos suaves murmullos provenientes de la habitación.
    ¡Bingo!
    Una sonrisa se formo en mis labios. Abrí suavemente la puerta, lo suficiente para ver con claridad, pero sin delatar mi posición.
    Tenía curiosidad, ansiedad, inseguridad, pero a pesar de todo…
    La sonrisa no desaparecía de mi rostro.
    Mis ojos se fueron acostumbrando rápidamente a la diferencia de luz, pudiendo ver claramente la situación.
    Mi padre estaba sentado en una silla en una esquina, a su lado estaba el tio fugaku, mi madre estaba frente a ambos colocando unos papeles sobre la mesa que los separaba. Debajo de la misma, se podía observar como ambos se apretaban de las manos fuertemente, mostrándose cariño de forma muy disimulada. Los ojos de ambos mostraban el profundo amor que sentían el uno por el otro.
    Nunca había visto a mi padre mostrar esa calidez en sus ojos, fue en ese momento en el que yo me di cuenta.
    Minato nunca había amado a mi madre, solamente pensó que lo sentía.
    Y seguramente ella ya se había dado cuenta de eso.
    Mi madre firmo unos papeles que, con disimulada tristeza, se los dio a mi padre, el cual repitió la acción.
    -kushina-le dijo- quiero que te quedes con la casa y todos los bienes que haya dentro de ella, como también tu auto-ella quiso decirle algo, pero mi padre la interrumpió antes que lo hiciera- yo viviré en la casa de fugaku, no tienes que preocuparte por nada y, además, no quiero que esta casa se pierda-cálidamente miro a mi madre- solo quiero que seas feliz-
    Ella sonrió de felicidad mientras que una pequeña lágrima se escapaba de sus ojos.
    -gracias minato-
    Fugaku observaba la escena con una cara ¿rara?, no sabría decir muy bien que expresión tenia, parecía celoso, sí, creo que esa era su cara, aunque también era neutra, no sé, el era raro.
    Es el día de hoy que yo me pregunto cómo mi padre pudo enamorarse de esa persona.
    Fugaku interrumpió.
    -minato-este lo observo-el juez a que conclusión llego con sus hijos-
    Abrí los ojos lo más que mis parpados me permitían.
    ¿Sus hijos? ¿Nosotros?
    -cierto-su mirada se entristeció-kushina-dijo llamándole la atención-el juez dictamino que veremos a los chicos 1 semana cada uno-
    Fugaku entristeció, minato miraba fijamente a mi madre y ella estaba sorprendida.
    Quería llorar.
    -¿qué quieres decir con eso?-dijo desesperada.
    -tal y como lo escuchas-hiso una pausa-yo tendré a naruto por una semana, mientras que vos tendrás a naruko por una semana-su mirada se tornaba cada vez más triste-cuando esta semana termine, cambiaremos de hijo.
    Mi madre se levanto de la silla.
    -¡ellos no son objetos!-grito colérica-¡no son una cosa que podamos renovar cada una semana!-hiso una pequeña pausa-¡son mis hijos!-
    -¡eso ya lo sé!-estallo mi padre-pero esta es la única forma….-apretó sus puños, para luego, golpear la mesa con ellos-el juez es el único que puede tomar la decisión final….-
    -¡pues yo me niego a hacerle caso al juez! ¿Qué puede saber el de mis hijos?-mi madre estaba cada vez mas y mas enojada, nunca la había visto de esa forma.
    Mi padre le pego una cachetada en el rostro, ante la mirada atónita de todos los presentes, incluyéndome.
    -¡kushina no seas tonta, ambos sabíamos que esto ocurriría desde el momento en el que decidimos divorciarnos!-mi padre estaba fuera de sí-¡enfrenta la realidad!-
    -¡minato basta!-grito el tio fugaku sosteniéndolo de los hombros.
    Mi madre aun estaba shookeada por el golpe recientemente recibido, mientras que finas lágrimas iban cayendo.
    -eso ya lo sé-susurro ella-¡ya lo sé!-grito-¡es solo que no soporto la idea de no poder ver a uno de mis niños en ese tiempo, por más que sea una semana, no lo soporto!-
    Mi madre lloraba mientras era observada por nosotros.
    Yo siempre supe que mi madre era fuerte de corazón, era alguien imparable en sus creencias y en todo lo que ella hiciera. Pero solo tenía una debilidad…
    Mi hermana y yo, sus hijos.
    Yo sabía perfectamente que ella nos necesitaba para poder ser feliz y progresar, tal y como mi hermana me necesito en nuestra infancia…
    Abrí la puerta completamente, dando a conocer mi presencia.
    Camine lentamente ante la atenta mirada expectante de mis padres y mi tío. Mirada que luego cambio por una de temor, seguramente ellos se preguntaban hasta que punto yo había escuchado la conversación.
    Me pare en frente de mi padre, sentía la mirada de mi madre atrás mío y como ella me observaba de arriba abajo, como si tratara de comprobar si yo en verdad me encontraba ahí.
    Mire de forma desafiante a mi padre, que, a pesar de que mis ojos delataran el reciente llanto, podía ver como él me miraba atentamente.
    -minato, me quedare con mama-todos en la sala se sorprendieron de gran manera, sobre todo minato, ya que nunca lo había llamado por su nombre.
    -¿Qué estás diciendo naruto?- mi madre no se lo creía-tu, tú no puedes decidir eso-termino la frase tristemente.
    Me enoje, no quería destruir mas la familia de lo que ya estaba, pero mi madre me necesitaba.
    Eso era suficiente para mí.
    -yo decidiré lo que tengo que decidir, y en este momento decido vivir solamente con mi madre-mi madre empezó, nuevamente, a llorar, mientras que mi padre con ira y tristeza me gritaba.
    -¡namikaze naruto! ¡Esto no es un juego!- las lagrimas empezaron a caer de nuestros ojos-¡no es algo que vos puedas decidir!-agrego-además... ¡eso significa que no te importa si no me ves más!-
    Hubo un tenso silencio, no quería responder, no quería…
    Pero debía hacerlo.
    Baje la mirada y con un tono firme se lo dije.
    -es verdad…. No me interesa- mi padre se veía extremadamente triste, como si en cualquier momento se fuera a desmoronar, podía escuchar a mi madre llorar mas fuerte a mis espaldas y, por último, podía ver como fugaku me miraba enojado, no, enojado era poco, creo que la palabra correcta seria iracundo.
    Hubo un gran silencio.
    -naruto….vete-dijo mi padre firmemente.
    Y, como él me ordeno, así lo hice.
    Salí del living y subí a mi habitación.
    Es el día de hoy que me arrepiento de lo que dije….
    Pero ya no había marcha atrás.

    Como decía mi abuela lo hecho, echo esta, asique fíjate bien en lo que haces.



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